Nuestra compañera Rebeca ha escrito una memoria de la travesía Tonio-Cañuela que realizaron en marzo. Seguro que os gusta:
La historia empieza un día de enero. Como casi todas las buenas ideas, conversando con una cerveza en la mano:
“¿Por qué no preparas una salida de cuevas, Rebe?
¿Qué os parece la travesía Tonio – Cañuela el finde del 16 y 17 de marzo?
¡¡¡Perfecto!!!”
Ya está montada. Ahora, a avisar a la gente y esperar.
Una semana antes de la travesía éramos cuatro, número casi perfecto, pero todavía quedaba una semana y sorpresas. El jueves, como es habitual, quedamos a las 22 h en nuestra sede para preparar material. A los cuatro que éramos en principio (3 del GER y 1 del CCES), se nos sumaron 3 más de Niphargus.
El sábado temprano salimos de Aranda en dirección a Bustablado, donde habíamos quedado con todo el mundo, sin certeza de cuántos éramos. ¡Sorpresa! Allí estabamos 12 personas, (2 del CCES, 3 de Niphargus, 2 de Murcia, 1 vasco, 1 riojano y 3 del GER). Algunos conocidos, otros amigos de amigos, pero todos compañeros de afición, con ganas de cueva, de conocer gente nueva y de pasarlo bien.
Mientras nos tomamos un cafecillo y nos presentábamos todos a todos, nos organizamos en dos grupos para que no se nos hiciera tan larga la cueva.
Hace muchos años realicé esta travesía y recordaba la aproximación larga y cuesta arriba, pero este año hicimos la aproximación desde Bustablado, no desde Socueva. El desnivel lo subes en coche por una pista asfaltada que sale desde Bustablado hacia el alto de Collado de la Espina. Cuando aparcas el coche, tienes un pequeño paseo para calentar piernas antes de la cueva.
En el primer grupo, predominando las chicas, íbamos Ana, Natalia, Silvia, Juan Carlos, Pablo y Rebeca.
En el segundo grupo iban Alfonsi, Alfredo, Carlos, Javier, Josean y Jordi.
En la boca de la cueva, mientras instalamos el primer pozo, nos alcanza el segundo grupo. Con una sonrisa y bajo un sol cántabro se sientan en el prao, sacan los frutos secos, esperan a darnos 30-40 minutos de ventaja (cual lobos acechando a las ovejas), para no unírsenos en los pozos, y reunirnos en sala Olivier Guillaume.
Tras todos los pozos, llegamos al Agujero Soplador. Yo recordaba una cabecera de pozo, con una salida de vértigo, pero la nueva instalación es mucho más cómoda. Pongo la cuerda y empiezo a descender y sigue dándome esa sensación de la primera vez… ¡Qué bonito!
Una vez abajo, nos pusimos a comer mientras llegaba el segundo grupo, con el que pudimos comunicar por walkie cuando estaban en los últimos pozos antes del Agujero Soplador. Aun así, se nos hizo larga la espera. Por fin vemos caer el extremo de una cuerda, ya llegan… Sentados en la gran sala, como un cine de verano, observamos cómo descienden e iluminan poco a poco el descenso, ofreciéndonos un juego de sombras, luces y colores.
Ya estamos todos juntos, comentando cómo nos ha ido la sima. Como pasa en todas las esperas, nos empezamos a quedar fríos; decidimos dejarles y adelantarnos. Ana y Silvia van por delante, guiándonos por las grandes galerías de Cañuela y sus bellas formaciones hasta la salida, donde justo en el pasamanos del final nos juntamos los dos grupos.
Y, lo que son las cosas… El reloj de Javi empieza a vibrar y con su acento malagueño nos dice: “Me están llegando whatsapps, estamos en la salida”… ¡Esto no pasaba antes! El olor de la tierra, la sequedad, la vegetación…: eso era lo que nos indicaba la salida. En fin…
Todos fuera ya, nos vamos a tomar una cerveza y una buena y merecida cena.
Al día siguiente decidimos dar un paseo dominguero, y qué mejor que ir a Coventosa. Alfonsi, Javi, Josean, Juan Carlos, Pablo y yo damos un paseo hasta los Lagos, y ¡cómo no vamos a ir allí sin ver la belleza de la Sala de los Fantasmas ni la del Espejo!
Y como empezamos este finde, con una gran sonrisa, lo acabamos.